En el ajetreo de la vida, hay pequeñas vidas que luchan por sobrevivir cada día, pero nadie les presta atención. La imagen de una criatura con solo piel y huesos, ojos hundidos, temblando en el frío del mundo humano, deja a cualquiera sin palabras. No hay llantos, ni súplicas, solo respiraciones débiles: prueba del dolor de ser abandonado hasta el final.

La gente pasa, indiferente, como si fuera solo una figura sin vida. Pero detrás de esa piel marchita hay un corazón que una vez supo amar, que una vez anheló vivir y tocar la calidez de los corazones humanos.

La indiferencia humana a veces es más fría que el monzón. Toda criatura, ya sea humana o animal, merece ser amada y cuidada. No esperes a que se derrumben, entonces nos daremos cuenta de que un poco de cariño, una mano amiga, una pequeña acción pueden salvar una vida que se desvanece gradualmente.

Abre tu corazón, porque la bondad no necesita ser grandiosa; solo necesita comenzar con la compasión. No dejemos que ningún otro ser vivo quede solo en este mundo frío.